Manos Unidas, ante los días mundiales de la alimentación y de la erradicación de la pobreza, días 16 y 17 de cotubre ha emitido una nota de prensa que lleva por título ‘El hambre, la pobreza, sus cifras y sus causas, son incompatibles con la dignidad de la persona’ y que reproducimos íntegramente a continuación.
Según el último informe de la FAO (SOFI 2018), se calcula que en el mundo 1.400 millones de personas sufren pobreza extrema y unos 820 millones desnutrición crónica frente a los 811 millones del año anterior. Esta cifra se ha visto incrementada por tercer año consecutivo. Esto significa que una de cada nueve personas no puede acceder de manera regular a una alimentación adecuada y suficiente.
El aumento del número de seres humanos víctimas de la pobreza y del hambre, debe llevarnos a redoblar nuestro compromiso con un mundo más justo en el que todos tengamos una vida digna, Manos Unidas lleva 60 años luchando y contribuyendo para mejorar las condiciones de vida de millones de personas en muchos rincones del mundo. Y trabajamos para erradicar el hambre en un mundo que, paradójicamente, produce alimentos para dar de comer a casi el doble de la población mundial.
La mercantilización de los alimentos, la insostenibilidad social y medioambiental de la producción a gran escala como modelo de producción agrícola, y la pérdida y desperdicio de los alimentos son 3 de las principales causas directas de esta tragedia y a las que Manos Unidas ha dedicado su trabajo todos estos años.
El derecho a la alimentación es un derecho y no un negocio. El resto de derechos fundamentales giran en torno a él y no puede dividirse ni abordarse de forma aislada.
El hambre y la pobreza son dos conceptos íntimamente relacionados que se retroalimentan y erradicarlos es una cuestión de voluntad, de compromiso y de sensibilización; de invertir en agricultura y de reformar las reglas del juego del comercio internacional.
Por ello, Manos Unidas apela a la responsabilidad de los gobiernos para que ejecuten programas de lucha contra el hambre y la pobreza, y hace un llamamiento a la sociedad para que cambie sus estilos de vida, y ejerza así una sana presión sobre los que tienen el poder político, económico y social.
El papel de la sociedad civil es crucial para garantizar que todo el mundo pueda comer. Alimentarse no es un privilegio de ricos, ni es una caridad que hacemos a la gente pobre. Cuando decimos que es un derecho inherente al ser humano por el hecho de existir, estamos diciendo que los Estados tienen la obligación de hacer cumplir este derecho y que el papel de los ciudadanos es muy importante porque tienen el derecho y la obligación de exigir a sus gobiernos que creen las condiciones adecuadas para que todo el mundo pueda comer. Y para ello, se necesita una sociedad civil muy consciente y empoderada.
En 2018, la Organización aprobó 564 nuevos proyectos por un valor de 35.903.339 € en 54 países de África, Asia y América, para luchar contra el hambre y la erradicación de la pobreza, de los que se beneficiaron directamente casi un millón y medio de personas.
Manos Unidas es la ONG de desarrollo de la Iglesia católica y de voluntarios, que trabaja para apoyar a los pueblos del Sur en su desarrollo y en la sensibilización de la población española.
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